jueves, 1 de septiembre de 2011

Reporte 1

La escuela de hoy ante el fin de la modernidad


“La paradoja es que una mejora sustancial del funcionamiento y rendimiento del sistema de enseñanza sería, en nuestro sistema socioeconómico, una verdadera catástrofe social.”
Natansón
A través del texto que plantea el malestar de la modernidad, se identifican indicadores que hacen evidente el colapso de una época que nació bajo el ideal de transformar la naturaleza y lograr el progreso social mediante el desarrollo sistemático del conocimiento científico y tecnológico, y su aplicación racional a la vida económica y social (Hargreaves); época que dio pie a la creación de una serie de estructuras –como el sistema educativo- que en su momento prometían responder a las demandas sociales, pero que hoy por hoy se han hecho cada vez más fuertes y centralistas, consolidando procesos de intervención para asegurar el orden y el control social.
En este sentido, no se pueden negar los avances que vivimos como resultados de la generación del saber en diferentes disciplinas y el enriquecimiento de la vida cotidiana, aunque éste no se ha dado de manera equitativa. Sin embargo, de manera simultánea, se ha dado pié a la ambigüedad sobre el rumbo de la humanidad, muchas veces generado por la fascinación de los avances científicos y tecnológicos, fenómeno al que Robert MERTON llama “desplazamiento de metas” en el que el encanto de los medios con los que tratamos de alcanzar nuestras metas, suplantan en último extremo a éstas, teniendo como consecuencia la  pérdida  del objetivo central en las instituciones.
El ámbito educativo  no ha escapado a esta dinámica, basta ver los programas que en las últimas administraciones con la finalidad de estar a la vanguardia de los cambios se han impulsado en educación básica, “Enciclomedia”, “HDT” (Habilidades Digitales para Todos), ignorando las características del contexto, se han decretado para todas la escuelas, sin considerar que en muchos lugares no hay las condiciones técnicas para que los equipos funcionen, dando como resultado, una inversión inútil. Situaciones como éstas son el resultado de hacer del proyecto educativo un proyecto político al servicio del estado. La sumisión ante el sistema y el carácter anacrónico de la escolarización, agudiza el problema de la educación para insertarse en la postmodernidad, considerando que ésta, de acuerdo a la tesis del autor, exige el replanteamiento del campo social como una forma de oposición,  la deconstrucción de las ideologías dominantes y “las descripciones maestras” (LYOTARD). Esta situación nos pone ante un dilema a resolver, ¿qué sentido tiene la escuela hoy?
Considerando que la postmodernidad está todavía en formación, es necesario que como educadores asumamos una posición crítica del contexto que nos rodea, para significar las implicaciones del cambio educativo y coadyuvar en la formación de nuevas generaciones con autonomía moral e ideología definida.
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GIDDENS, A. (1984). The Constitution of Society.
Hargreaves. (s.f.). Profesorado, cultura y postmodernidad.

1 comentario:

  1. Saludos Licenciada Lulú
    Interesantes los textos que integras.
    Una vez más reconozco y admiro tu talento.

    Buen día y felicidades.
    Atentamente
    Esteban Luna

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